“La presencia de la ‘madre’, se hace tangible: conduce a Juan de la mano para que observe el cambio de los animales en ovejas y, al final, cuando el chico se angustia porque nada ha comprendido de todo lo que ha visto y oído, Ella le pone la mano sobre la cabeza, como para hacerle ‘sensible’ la verdad de su amor educativo”.
-Análisis Estructural en las Memorias del Oratorio San Francisco de Sales
Anduvimos por varios lugares e hicimos tres estaciones o paradas. En cada sitio, muchos de aquellos animales, cuyo número cada vez aumentaba más, se convertían en corderos...sin hacerse daño, triscaban y comían juntos”.
La imagen de esta madre pastora fue formativa para Don Bosco. Inició un método educativo que se basa en el “pastoreo” preventivo y revitalizador del amor educativo, capaz de producir una transformación profunda en los destinatarios, a través de la caridad y mansedumbre. Las fieras de este sueño expresan deformaciones morales que pueden llegar a transformarse en corderos y en jóvenes alegres, festivos y radiantes de una humanidad en gracia.
La madre lo conduce de la mano para que observe la transformación final, aunque él permanece en angustia porque no comprende y Ella le hace ver que debe esperar con paciencia. Evidentemente, su comprensión se refleja en el principio pedagógico que sintetizó en 1884: “No basta que los jóvenes sean amados. Es necesario que lo perciban” Lo que Don Bosco expresó, contiene su propia radicalidad evangélica, siguiendo las palabras de Jesús a Pedro: “Apacienta a mis ovejas” (Jn 21, 17).
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